
02 Ago Un paso adelante
José Manuel Gallardo. Responsable de Comunicación del San Fernando CD.
Hay momentos que, sin saber muy bien el motivo, a uno se le quedan grabados a fuego en la mente. Son insignificantes, pero permanecen en un hueco de tu memoria, almacenado como un juguete de tu infancia cuyo objetivo no es otro que emocionarte tiempo después, cuando lo devuelvas a la primera línea.
Algo así ocurre con el primer recuerdo que tengo con Jose (me cuesta no llamarle ‘el míster’). Fue a comienzos de la temporada 2015-16, esa que tantos buenos recuerdos nos trae a ambos. El San Fernando disputaba un partido más en Tercera División y yo andaba firme por la galería de Bahía Sur, camiseta y bufanda al ristre hacia el Estadio. Jose caminaba en sentido inverso hablando por teléfono y su rostro me resultaba familiar. Clavé mi mirada y él calcó la acción de manera instintiva.
Tardé unos días en descubrir, a través de las tantas noticias que devoro al día en Internet, que aquel hombre misterioso respondía al nombre de José Pérez Herrera, técnico del Atlético Sanluqueño. Era el hombre que había sufrido meses antes una de las mayores crueldades del fútbol en la Ciudad Deportiva del Levante UD.
Evidentemente, no volví a saber nada de Jose a título personal. Únicamente le felicité con un simple tweet por el ascenso conseguido en Cerceda, asombrado por la capacidad para regenerarse año tras año con la que cuenta el equipo de El Palmar.
El 19 de junio de 2017 se hizo oficial su llegada a La Isla. Yo llevaba menos de un mes como encargado de Comunicación del San Fernando y no me encontraba del todo cómodo. Supongo que no era el único. Demasiados interrogantes parecían evaporarse con la llegada de un técnico joven, atrevido y con una proyección enorme.
Tenía una ilusión enorme por conocer a un entrenador del que todo el mundo hablaba maravillas. Sin embargo, el día de su presentación me llevé la imagen de una persona inquieta, seria y no muy dada al diálogo. Solo cuando me presenté a él esbozó una sonrisa rodeado de gente y me comentó algo así como que ya hablaríamos más adelante.
Tardé muy poco en darme cuenta de que Jose era todo lo contrario. Dicen que en las malas es cuando de verdad se conoce a las personas. Que en los pésimos momentos afloran las personalidades fuertes. Decían (o dicen) las escuelas clásicas del periodismo que un profesional de la comunicación debe ser objetivo. Yo con Jose no puedo serlo.
Cuando peor pintaban las cosas para su equipo, allá por mediados de septiembre de 2017, con el equipo en cuadro, sin junta directiva y con solo un punto en el casillero, volvíamos en autobús de Almendralejo con Jose detrás de mí intentando conciliar el sueño pensativo, derrotado.
Minutos antes, en rueda de prensa, me había afirmado que los momentos de crisis eran ideales para que jugadores de cantera tirasen la puerta. En otras palabras: estaba avisando de que un tal Chris Ramos había llegado para quedarse y salvar económicamente a una entidad prácticamente a la deriva.
Una semana atrás, el San Fernando jugó en Marbella. Volvió a caer, a pesar de hacer una de las mejores primeras partes que recuerdo en 20 años de fútbol. Me daba igual el resultado. No era lo importante. Lo esencial era sentirme identificado con el juego de mi equipo (“No es el resultado, es el cómo se consigue”, que diría Marcelo Bielsa).
Quizás por eso estoy aquí escribiendo estas líneas. La mayoría de aficionados al fútbol admiran a jugadores. Yo admiro a los técnicos que son capaces de enseñarte algo en cada entrenamiento mientras se preocupan por tu estado anímico con un simple “¿qué tal estás?” y que lo quieren tener todo bajo control.
Admiro a esa clase de entrenadores cuya capacidad de concentración les hace transformarse en días de partido y solo vuelven a la normalidad cuando ha concluido hasta la conferencia de prensa. Admiro a los técnicos atrevidos cuyo lema principal es el “paso adelante” en caso de duda y que llevan la humildad por bandera.
Admiro a un míster psicólogo, capaz de haber logrado el noveno puesto en una categoría repleta de pirañas y tras superar una situación en la que todo solo podía ir a peor.
Admiro a José Manuel Pérez Herrera, el entrenador que, tras terminar la previa del primer amistoso de pretemporada, me comentó, mirándome a los ojos, que confiaba en mí para trabajar su página web. Entonces, recordé aquel cruce de miradas en la galería de Bahía Sur.
No podía decirle que no.